Existe Dios?
ESCÚCHALA! Joss Stone - For The Love Of You
Tengo más que claro que el siguiente texto, lo más probable es que lo lea entero sólo una persona... pero no importa. Esa es la idea, no? Que te lean los que realmente se interesan en ti.
Lo siguiente, es un ensayo que escribí un par de años atrás, cuya temática se refleja en el título. No se esperen algo muy elaborado, ni nada por el estilo... me saké un puto 4.2, así ke no weeen... xD
Por innumerables generaciones, esta pregunta ha remecido la realidad de muchos, llegando a transformarse la búsqueda de la respuesta a ella en objeto de vida, de dedicación absoluta.
Lo primero que hay que aclarar, es el hecho de que hay algunos que creen en la existencia de un ser superior que creó todo, que vela por nosotros, por nuestros actos, que nos dará salvación, así como castigará a quien haya sido “un mal elemento” durante su vida (y temen ser juzgados por ello); así como hay otros que no creen en la mera existencia de Dios, sea por falta de pruebas (por un razonamiento demasiado lógico o científico), o por simple ignorancia o falta de interés.
La definición de agnóstico, personaje importante en lo que se viene en éste ensayo (digamos que es mi propia postura ante las creencias religiosas) según una enciclopedia en Internet dice: “es una postura religiosa de acuerdo a la cual la existencia o no de un dios o una mitología de deidades, es desconocida y por lo mismo irrelevante”. El agnóstico tiene una posición intermedia entre el creyente y el ateo (aquel que niega la existencia de un Dios), ya que no cree que ninguna de las dos posturas tengan consistencia lógica. Los creyentes no pueden confirmar la existencia de un Dios, así como los ateos no pueden probar que no existe.
En la Biblia, libro sagrado para las religiones cristianas, aparece una bastante clara definición de la palabra fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1, versión Reina Valera)”. Podemos decir que la fe es una prueba a nivel interno, una convicción de que hay algo, pero no se ve.
Darle razones de que algo no existe a una persona con fe puede ser bastante difícil. Si lo pensamos un poco, es raro encontrar una persona devota y a la vez capaz de aceptar razonamientos... Yo lo he visto, porque he predicado antes (fui Testigo de Jehová), y una persona con FE es la persona más enceguecida que se puede hallar, sea cual sea su creencia (y sí, yo también estuve enceguecido).
Si lo vemos desde el punto de vista médico (y sin tratar de insultar a nadie), la fe vendría siendo algo así como una manifestación de esquizofrenia, ya que conlleva una percepción distorsionada de la realidad (es una alucinación, no una ilusión. Ilusión es cuando vemos algo y creemos que es otra cosa; en cambio una alucinación es cuando no hay nada afuera, pero uno cree fehacientemente de que si lo hay. En el grupo de las alucinaciones pueden entrar los fantasmas, las voces que se oyen externas pero son internas, las visiones, y los dioses...).
Pero tratemos de demostrar la existencia de Dios: usemos la lógica. Si Dios es perfecto (como así lo describe el relato bíblico y todas las religiones cristianas), entonces sabía perfectamente lo que hacía cuando creó la tierra, el mar, el hombre, etc. Entonces, como ser perfecto, Él sabía perfectamente también (y estaba en sus planes) que se rebelarían algunos ángeles, que los hombres se volvieran imperfectos (porque los creó perfectos según dicen), e incluso el que yo estaría escribiendo éste ensayo ahora mismo. Si Dios hizo concientemente una creación rebelde, ¿Por qué habría que seguirlo? Dios nos creó con lo que llaman “libre albedrío”, que es libertad de decisión (es en éste sentido, según creo yo, en el que “se nos creó a la imagen de Dios”, porque es Él el que decide por sí mismo). Si nos hizo libres, ¿Por qué nos exige cosas? ¿Somos acaso un tipo de experimento de laboratorio para Él? ¿Nos está viendo como una película acaso? ¿Realmente interviene por nosotros cuando lo necesitamos?
Ahora, si no existe Dios, y las cosas se hicieron por una enorme casualidad, ¿Por qué el ser humano tiene tan arraigado desde siempre que tiene que haber algo superior, éste Dios que nos creó y al cual debemos devoción?
Si vemos las distintas mitologías y teologías a lo largo de la historia, podemos encontrar una enorme cantidad de similitudes entre ellas. Las diferencias están marcadas principalmente por el entorno natural y cultural de cada civilización; las deidades normalmente tenían que ver con el modo en el que la gente se enfrentaba a su entorno. Por ejemplo, podemos tomar el caso del Dios Sol, que entregaba luz y calor, igual que el Dios Fuego que cumplía similar función. En estos dos casos, el “dios” protegía de lo desconocido, como lo era la oscuridad (y los depredadores que se ocultaban en ella)... Los dioses en un principio personificaban los elementos naturales (el fuego, el sol, el mar, etc.).
A modo de ejemplo, podemos contar una pequeña historia, donde encontramos una de las primeras tribus de humanos (ya no monos), con un rudimentario lenguaje, técnicas de caza, recolección, primeros grupos de trabajo colectivo y organizaciones particulares rudimentarias. Un niño le pregunta a su padre “¿Por qué sale esa cosa amarilla brillante todos los días?”... ¿Qué puede responder el padre, si no hay conocimientos científicos de ese tipo de cosas aún? Entonces el padre usa su percepción. El hombre se siente pequeño ante los fenómenos naturales. Los ve como algo enorme y poderoso. “Sucede, hijo, que es el Padre Sol, que todos los días nos da luz y calor”. Y así es como nacen los dioses (en ese entonces). La Madre Lluvia, la Madre Tierra, etc. Lo que quiero hacer notar aquí es la característica en común que tienen estas primeras deidades: todas reflejan una imagen materna o paterna. Para los niños, los grandes tienen las respuestas. Tienen autoridad. Son grandes. Son dioses... Pero con el paso del tiempo, los niños crecen, y se dan que el papá no era tan “bakán” como se lo imaginaba cuando chico, que no tenía todas las respuestas (o que estas ya no eran sostenibles... se tiende a engañar a los niños frente a ciertos temas para que no pregunten...). Entonces, los niños se desligan de sus padres. Se vuelven más independientes... Luego, el joven se encuentra solo frente al mar, y lo ve tan grandioso, incalculable, infinito... y se siente desamparado. Como necesita una imagen protectora (o castigadora), en vez de Padre, comienza a llamar a ese elemento Dios. Y se siente mejor, porque vuelve a sentir la protección de niño, vuelve a sentir que alguien está velando sus actos... Entonces se lo enseña a sus hijos, y esto se transmite generación tras generación... Luego, hombres más inteligentes se agarran de estas creencias, y las usan para obtener poder, para controlar al pueblo (me refiero a líderes religiosos... como dice el dicho: “la religión es el opio del pueblo”)... Así nacen los grandes templos y grandes ideologías. Eso hasta hoy...
Con todo, en estos días hay creyentes y no creyentes. El problema es que como nada se puede probar, ambas posiciones pueden ser perfectamente correctas. Puede que haya cosas grandes, dioses, o uno solo, así como puede que sea sólo invento de la mente del hombre... Y hay un solo punto en el cual el creer y el no creer se unen: la PERCEPCIÓN. Cada ser humano es distinto, por lo que siente e interpreta distinto frente a diferentes situaciones. Todos tenemos distintas formas de percepción. Va a depender de nuestra educación, dos personas teniendo la misma percepción pueden decir: “¡Estoy viendo un fantasma!”, así como “¡Estoy viendo alucinaciones!”. El trabajo a nivel cerebral es el mismo, pero la forma de interpretar es distinta.
Entonces, ¿Qué es lo correcto? No hay forma de saberlo. El filtro final siempre son nuestras percepciones. Sea lo que sea el tema deliberado, el dictado final lo da nuestra “mente racional”, o bien, nuestro “corazón figurativo”.
Si tenemos en cuenta que la mayoría de las ideologías actuales pecan de inconsistentes, pero además, no hay forma de probar empíricamente lo que hay o lo que no hay, es preferible simplemente apelar al principio básico de ir por la vida en una forma positivamente Nietzchiana, o sea, luchar por el crecimiento propio, por la meta impuesta por uno mismo, sea cual sea, y teniendo siempre en cuenta respetar el segundo principio de no causar daño ni a uno mismo ni a los que nos rodean (en la medida de lo posible).
Así, no tendremos que depender de un Dios como lo hace un niño de un padre. Haya o no haya Dios, si lo hay, se va a sentir orgulloso.
Tengo más que claro que el siguiente texto, lo más probable es que lo lea entero sólo una persona... pero no importa. Esa es la idea, no? Que te lean los que realmente se interesan en ti.
Lo siguiente, es un ensayo que escribí un par de años atrás, cuya temática se refleja en el título. No se esperen algo muy elaborado, ni nada por el estilo... me saké un puto 4.2, así ke no weeen... xD
Por innumerables generaciones, esta pregunta ha remecido la realidad de muchos, llegando a transformarse la búsqueda de la respuesta a ella en objeto de vida, de dedicación absoluta.
Lo primero que hay que aclarar, es el hecho de que hay algunos que creen en la existencia de un ser superior que creó todo, que vela por nosotros, por nuestros actos, que nos dará salvación, así como castigará a quien haya sido “un mal elemento” durante su vida (y temen ser juzgados por ello); así como hay otros que no creen en la mera existencia de Dios, sea por falta de pruebas (por un razonamiento demasiado lógico o científico), o por simple ignorancia o falta de interés.
La definición de agnóstico, personaje importante en lo que se viene en éste ensayo (digamos que es mi propia postura ante las creencias religiosas) según una enciclopedia en Internet dice: “es una postura religiosa de acuerdo a la cual la existencia o no de un dios o una mitología de deidades, es desconocida y por lo mismo irrelevante”. El agnóstico tiene una posición intermedia entre el creyente y el ateo (aquel que niega la existencia de un Dios), ya que no cree que ninguna de las dos posturas tengan consistencia lógica. Los creyentes no pueden confirmar la existencia de un Dios, así como los ateos no pueden probar que no existe.
En la Biblia, libro sagrado para las religiones cristianas, aparece una bastante clara definición de la palabra fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1, versión Reina Valera)”. Podemos decir que la fe es una prueba a nivel interno, una convicción de que hay algo, pero no se ve.
Darle razones de que algo no existe a una persona con fe puede ser bastante difícil. Si lo pensamos un poco, es raro encontrar una persona devota y a la vez capaz de aceptar razonamientos... Yo lo he visto, porque he predicado antes (fui Testigo de Jehová), y una persona con FE es la persona más enceguecida que se puede hallar, sea cual sea su creencia (y sí, yo también estuve enceguecido).
Si lo vemos desde el punto de vista médico (y sin tratar de insultar a nadie), la fe vendría siendo algo así como una manifestación de esquizofrenia, ya que conlleva una percepción distorsionada de la realidad (es una alucinación, no una ilusión. Ilusión es cuando vemos algo y creemos que es otra cosa; en cambio una alucinación es cuando no hay nada afuera, pero uno cree fehacientemente de que si lo hay. En el grupo de las alucinaciones pueden entrar los fantasmas, las voces que se oyen externas pero son internas, las visiones, y los dioses...).
Pero tratemos de demostrar la existencia de Dios: usemos la lógica. Si Dios es perfecto (como así lo describe el relato bíblico y todas las religiones cristianas), entonces sabía perfectamente lo que hacía cuando creó la tierra, el mar, el hombre, etc. Entonces, como ser perfecto, Él sabía perfectamente también (y estaba en sus planes) que se rebelarían algunos ángeles, que los hombres se volvieran imperfectos (porque los creó perfectos según dicen), e incluso el que yo estaría escribiendo éste ensayo ahora mismo. Si Dios hizo concientemente una creación rebelde, ¿Por qué habría que seguirlo? Dios nos creó con lo que llaman “libre albedrío”, que es libertad de decisión (es en éste sentido, según creo yo, en el que “se nos creó a la imagen de Dios”, porque es Él el que decide por sí mismo). Si nos hizo libres, ¿Por qué nos exige cosas? ¿Somos acaso un tipo de experimento de laboratorio para Él? ¿Nos está viendo como una película acaso? ¿Realmente interviene por nosotros cuando lo necesitamos?
Ahora, si no existe Dios, y las cosas se hicieron por una enorme casualidad, ¿Por qué el ser humano tiene tan arraigado desde siempre que tiene que haber algo superior, éste Dios que nos creó y al cual debemos devoción?
Si vemos las distintas mitologías y teologías a lo largo de la historia, podemos encontrar una enorme cantidad de similitudes entre ellas. Las diferencias están marcadas principalmente por el entorno natural y cultural de cada civilización; las deidades normalmente tenían que ver con el modo en el que la gente se enfrentaba a su entorno. Por ejemplo, podemos tomar el caso del Dios Sol, que entregaba luz y calor, igual que el Dios Fuego que cumplía similar función. En estos dos casos, el “dios” protegía de lo desconocido, como lo era la oscuridad (y los depredadores que se ocultaban en ella)... Los dioses en un principio personificaban los elementos naturales (el fuego, el sol, el mar, etc.).
A modo de ejemplo, podemos contar una pequeña historia, donde encontramos una de las primeras tribus de humanos (ya no monos), con un rudimentario lenguaje, técnicas de caza, recolección, primeros grupos de trabajo colectivo y organizaciones particulares rudimentarias. Un niño le pregunta a su padre “¿Por qué sale esa cosa amarilla brillante todos los días?”... ¿Qué puede responder el padre, si no hay conocimientos científicos de ese tipo de cosas aún? Entonces el padre usa su percepción. El hombre se siente pequeño ante los fenómenos naturales. Los ve como algo enorme y poderoso. “Sucede, hijo, que es el Padre Sol, que todos los días nos da luz y calor”. Y así es como nacen los dioses (en ese entonces). La Madre Lluvia, la Madre Tierra, etc. Lo que quiero hacer notar aquí es la característica en común que tienen estas primeras deidades: todas reflejan una imagen materna o paterna. Para los niños, los grandes tienen las respuestas. Tienen autoridad. Son grandes. Son dioses... Pero con el paso del tiempo, los niños crecen, y se dan que el papá no era tan “bakán” como se lo imaginaba cuando chico, que no tenía todas las respuestas (o que estas ya no eran sostenibles... se tiende a engañar a los niños frente a ciertos temas para que no pregunten...). Entonces, los niños se desligan de sus padres. Se vuelven más independientes... Luego, el joven se encuentra solo frente al mar, y lo ve tan grandioso, incalculable, infinito... y se siente desamparado. Como necesita una imagen protectora (o castigadora), en vez de Padre, comienza a llamar a ese elemento Dios. Y se siente mejor, porque vuelve a sentir la protección de niño, vuelve a sentir que alguien está velando sus actos... Entonces se lo enseña a sus hijos, y esto se transmite generación tras generación... Luego, hombres más inteligentes se agarran de estas creencias, y las usan para obtener poder, para controlar al pueblo (me refiero a líderes religiosos... como dice el dicho: “la religión es el opio del pueblo”)... Así nacen los grandes templos y grandes ideologías. Eso hasta hoy...
Con todo, en estos días hay creyentes y no creyentes. El problema es que como nada se puede probar, ambas posiciones pueden ser perfectamente correctas. Puede que haya cosas grandes, dioses, o uno solo, así como puede que sea sólo invento de la mente del hombre... Y hay un solo punto en el cual el creer y el no creer se unen: la PERCEPCIÓN. Cada ser humano es distinto, por lo que siente e interpreta distinto frente a diferentes situaciones. Todos tenemos distintas formas de percepción. Va a depender de nuestra educación, dos personas teniendo la misma percepción pueden decir: “¡Estoy viendo un fantasma!”, así como “¡Estoy viendo alucinaciones!”. El trabajo a nivel cerebral es el mismo, pero la forma de interpretar es distinta.
Entonces, ¿Qué es lo correcto? No hay forma de saberlo. El filtro final siempre son nuestras percepciones. Sea lo que sea el tema deliberado, el dictado final lo da nuestra “mente racional”, o bien, nuestro “corazón figurativo”.
Si tenemos en cuenta que la mayoría de las ideologías actuales pecan de inconsistentes, pero además, no hay forma de probar empíricamente lo que hay o lo que no hay, es preferible simplemente apelar al principio básico de ir por la vida en una forma positivamente Nietzchiana, o sea, luchar por el crecimiento propio, por la meta impuesta por uno mismo, sea cual sea, y teniendo siempre en cuenta respetar el segundo principio de no causar daño ni a uno mismo ni a los que nos rodean (en la medida de lo posible).
Así, no tendremos que depender de un Dios como lo hace un niño de un padre. Haya o no haya Dios, si lo hay, se va a sentir orgulloso.