Vieja
Estoy leyendo una novela llamada "Madre Que Estás en los Cielos", de Pablo Simonetti. En ella, la protagonista-narradora es Julia Bartolini, viudad, de setenta y algo años, madre de cuatro hijos. Se encuenra esperando su muerte en casa, luego de que le diagnosticaran cáncer al colon, en un grado ya terminal.
Ella va relatando episodios de su vida, con sus padres, su matrimonio, sus hijos, etc. a través de los años, en forma de "memorias" que quiere dejar antes de morir.
Es un relato entretenido, conmovedor, que plantea la evolución de ella como hija/esposa/madre, de los suyos, así como la redención que inconcientemente busca antes de morir.
Por qué menciono esto?: Me hizo llorar como jamás un relato lo había hecho. Me ha hecho recordar mi propia experiencia. Mi relación con mi madre, que es lo que ha marcado mayormente mi vida hasta el día de hoy.
Me invadió el impulso de enviarle una copia a ella, para lograr de alguna forma romper el hielo, y hacerle ver cuánto la extraño, cuánto daño me ha hecho, y sobre todo cuánto daño se ha hecho ella misma al obstinarse en reprimir sus instintos maternales con tal de que yo reciba la disciplina de parte de su Dios al haberme alejado de su camino, al salirme de los Testigos de Jehová, al decidir seguir un pecaminoso estilo de vida, al hacerle caso a la voz interna que me gritaba cada vez más fuerte que el verdadero yo no pertenecía ahí, que no podía seguir luchando con mi naturaleza que mostraba a todas luces que nunca me gustaron las mujeres... que soy maricón, en sus palabras.
El fin de semana fui a San Fernando. No iba desde agosto del año pasado. Necesitaba salir de Santiasgo, y la ciudad donde nací y me crié tiene un extraño efecto sanador en mi.
La primera noche, mi papá y su pareja tenían un compromiso, por lo que estaba solo en su casa. Por alguna razón, instintivamente llamé a mi mamá. Creo que necesitaba verla. Han sdo más de tres años ya desde que me echó de su casa, y el último año ha sido algo así como un "atrás sin golpes". Le sorprendió mi llamada, y le pregunté si podía ir a verla un rato. Accedió sin mucho entusiasmo, y dijo que estaba con su mamá... Mi abuela Julia, a la que no veía hace más de cinco años. Me emocioné ante la idea de volver a verla. A modo de pacto de protección, mi familia se encargó de que ella fuera la única que no supiera de mi condición sexual.
El reencuentro fue lo esperable: al verme, se emocionó al punto de las lágrimas. Me abrazó fuerte mientras repetía "Mi Renatito! Que está grande! Ya está hecho todo un hombre!". Yo logré contener mi emoción para no quebrarme. Pero al escuchar a mi mamá decir "Ay mamá, no sea dramática" , más me tuve que contener para no explotar, y logré racionalizar mis palabras y soltar un tenso "mamá, no nos vemos hace más de cinco años! Qué esperabas!".
Nos sentamos a la mesa, y la puse al día sin mucho detalle de mi estado actual, evitando tocar cualquier tema que pudiera incomodar o tensar el ambiente. Pero la actitud desdeñosa de mi mamá la hizo quedar como una pendeja malcriada. Me decepcionó bastante, pero luego entendí que el hecho de recibirme en su casa por primera vez después de tanto tiempo ya era demasiado para ella. Me había hecho ilusiones de que sería la oportunidad de pasar de la tregua a un tratado de paz. No debí esperar tanto de ella.
Al final, me despedí con la emoción de poder compartir por primera vez con alguien de mi familia, luego del veto que me pusieron años atrás; pero con el dolor de ver que las cosas con la mujer que más he amado (y amo) no cambiarán.
El leer en el libro cómo Julia se enfrentó a la homosexualidad de su hijo menor, cómo superó sus prejuicios y puso en primer lugar su amor por él, me hicieron llorar como cabro chico. Porque me di cuenta de que mi mamá jamás volverá a ser mi mamita, hasta que logre escuchar su conciencia y dejar de lado el fanatismo religioso.
Al principio, como todo adolescente dolido, juzgué que ella simplemente no me amaba. Y con el dolor que eso me producía, seguí adelante. Hoy entiendo que mi mamá es así no más. A sus 49 años, es difícil que cambie. No creo que no me ame. Simplemente es una cobarde. Y tendré que vivir con eso, sea que algún día ella lo entienda, o que mura en su refugio.
Yo... la amo igual.
Ella va relatando episodios de su vida, con sus padres, su matrimonio, sus hijos, etc. a través de los años, en forma de "memorias" que quiere dejar antes de morir.
Es un relato entretenido, conmovedor, que plantea la evolución de ella como hija/esposa/madre, de los suyos, así como la redención que inconcientemente busca antes de morir.
Por qué menciono esto?: Me hizo llorar como jamás un relato lo había hecho. Me ha hecho recordar mi propia experiencia. Mi relación con mi madre, que es lo que ha marcado mayormente mi vida hasta el día de hoy.
Me invadió el impulso de enviarle una copia a ella, para lograr de alguna forma romper el hielo, y hacerle ver cuánto la extraño, cuánto daño me ha hecho, y sobre todo cuánto daño se ha hecho ella misma al obstinarse en reprimir sus instintos maternales con tal de que yo reciba la disciplina de parte de su Dios al haberme alejado de su camino, al salirme de los Testigos de Jehová, al decidir seguir un pecaminoso estilo de vida, al hacerle caso a la voz interna que me gritaba cada vez más fuerte que el verdadero yo no pertenecía ahí, que no podía seguir luchando con mi naturaleza que mostraba a todas luces que nunca me gustaron las mujeres... que soy maricón, en sus palabras.
El fin de semana fui a San Fernando. No iba desde agosto del año pasado. Necesitaba salir de Santiasgo, y la ciudad donde nací y me crié tiene un extraño efecto sanador en mi.
La primera noche, mi papá y su pareja tenían un compromiso, por lo que estaba solo en su casa. Por alguna razón, instintivamente llamé a mi mamá. Creo que necesitaba verla. Han sdo más de tres años ya desde que me echó de su casa, y el último año ha sido algo así como un "atrás sin golpes". Le sorprendió mi llamada, y le pregunté si podía ir a verla un rato. Accedió sin mucho entusiasmo, y dijo que estaba con su mamá... Mi abuela Julia, a la que no veía hace más de cinco años. Me emocioné ante la idea de volver a verla. A modo de pacto de protección, mi familia se encargó de que ella fuera la única que no supiera de mi condición sexual.
El reencuentro fue lo esperable: al verme, se emocionó al punto de las lágrimas. Me abrazó fuerte mientras repetía "Mi Renatito! Que está grande! Ya está hecho todo un hombre!". Yo logré contener mi emoción para no quebrarme. Pero al escuchar a mi mamá decir "Ay mamá, no sea dramática" , más me tuve que contener para no explotar, y logré racionalizar mis palabras y soltar un tenso "mamá, no nos vemos hace más de cinco años! Qué esperabas!".
Nos sentamos a la mesa, y la puse al día sin mucho detalle de mi estado actual, evitando tocar cualquier tema que pudiera incomodar o tensar el ambiente. Pero la actitud desdeñosa de mi mamá la hizo quedar como una pendeja malcriada. Me decepcionó bastante, pero luego entendí que el hecho de recibirme en su casa por primera vez después de tanto tiempo ya era demasiado para ella. Me había hecho ilusiones de que sería la oportunidad de pasar de la tregua a un tratado de paz. No debí esperar tanto de ella.
Al final, me despedí con la emoción de poder compartir por primera vez con alguien de mi familia, luego del veto que me pusieron años atrás; pero con el dolor de ver que las cosas con la mujer que más he amado (y amo) no cambiarán.
El leer en el libro cómo Julia se enfrentó a la homosexualidad de su hijo menor, cómo superó sus prejuicios y puso en primer lugar su amor por él, me hicieron llorar como cabro chico. Porque me di cuenta de que mi mamá jamás volverá a ser mi mamita, hasta que logre escuchar su conciencia y dejar de lado el fanatismo religioso.
Al principio, como todo adolescente dolido, juzgué que ella simplemente no me amaba. Y con el dolor que eso me producía, seguí adelante. Hoy entiendo que mi mamá es así no más. A sus 49 años, es difícil que cambie. No creo que no me ame. Simplemente es una cobarde. Y tendré que vivir con eso, sea que algún día ella lo entienda, o que mura en su refugio.
Yo... la amo igual.
3 Comments:
los viejos wn cada uno tiene cada relacion con ellos
alguna vez hare un estudio de los pocentajes en los que se quieren, se lleban mal, se odian etc.
con mis viejos siempre eh experimentado una wa tan cambiante, ahora me siento mucho mas apegado a mi viejo que a mi vieja no se pk, pero bueno.
te quiero migo, nos vemos pronto, y sigue leyendo que hace bien =O
Sí, a su edad es difícil que cambie. Yo creo que lo más conveniente es convivir con eso pero no darle la importancia que suponemos tiene. Cuando ves a tu mamá pueden hablar de mil otras cosas, tú tienes muchas cosas que decir como para encasillar todo en el hijo "fleto".
Y sí pue, el hecho de recibirte en su casa es SÚPER valorable. Es lo bueno/malo de que las personas pensemos difetente, existe el conflicto...
... pero por si es que sirve de algo: Aquí hay alguien pa' conversar y todo aquello. ;)
Yo tb leí el libro... se lo regalé a mi mamá en navidad... la verdad es que no lo recibió con gran entuciasmo... supongo que para ella habría sido mejor una cartera, una joya o algo por el estilo ¬¬...
La verdad es que tb me gustó el libro... sentí que de alguna u otra forma la historia se parecía a la mía... Mi mamá se parece a la protagonista, me hermana definitivamente es María teresa y yo Andrés... lo interesante es que tb tenemos algo de los demás personajes... Mi familia es para hacer una novela tb XD
La verdad es que independiente de algunos desaciertos de mi sra. madre y míos, nuestra relación es bastante buena... supongo que debería estar agradecido... Es una lástima que la tuya no lo sea... finalmente es ella la que más lo va a lamentar... es cosa de que habra los ojos y el corazón...
Saludos y suerte Nato...
PD: Nunca he entendido las religiones que te impiden amar a otros tal cual son... especialmente porque muchas de ellas (si no todas) se llenan la boca repitiendo una y otra vez que Dios es Amor... No amar a tu hijo por Dios, vaya paradoja!!
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